19 oct 2017

.Después del terremoto.

Hace un mes que se rompieron tantas cosas. No sólo se movió la tierra de arriba abajo -cómo nunca en 32 años-, sino que rompió en dos nuestros corazones, nuestra vida y literalmente miles de hogares.

Sí, fue increíble ver gente qué salió con todo el corazón a ayudar -fuera mucho o poco lo que tuvieran-. Es cierto que todo eso es algo que no se podrá borrar de la mente y del alma, por mucho, mucho tiempo.

Sin embargo, después del terremoto, las cosas que uno siente los primeros días, se van diluyendo de a poco, y si bien es cierto que uno debe volver a la vida, a una cierta "normalidad"; yo pienso y me digo a mí misma que hace 30 días había personas que estaban y ahora ya no están; que en un abrir y cerrar de ojos, muchos se fueron sin poder decir adiós, que dejaron inconclusas tantas cosas y no tuvieron más oportunidad de nada... que no debo olvidar eso. Que ahí donde la gente construyó su vida, compartió buenos momentos, lloró decepciones, y muchas cosas más, ahora hay un gran hueco, ruinas que sólo dejan un halo de lo que fueron días mejores que éstos. Qué tampoco puedo olvidar eso.

Y estoy consciente de que a veces el shock de la tragedia puede producirnos un pasmo, un pasmo -como dice Ma. Luisa Puga*- que te hace parecer indiferente (o te hace ser indiferente) un pasmo que te hace olvidar lo que sentiste en un primer momento, o que desde el principio te hizo seguir con tu vida como si nada pasara (o hubiera pasado), como si el temblor hubiera sido algo qué sólo le pasó a otros y nada más, pero yo pienso que la cicatriz es para el país, aunque no queramos ver y volteemos la mirada, no se puede tapar el sol con un dedo, la vida tal cual la conocíamos ha dejado de existir -hayamos sido afectdos o no directamente.

Creo que es mi deber -lo considero mi deber tal vez porque soy muy afortunada de sólo haber pasado un buen susto- recordar a todos los que se fueron así sin mas; aunque no los haya conocido personalmente; homenajear sus vidas pensando al menos un minuto en ellos, en que estuvieron aquí y fueron parte de ésta vida, en este pedacito de tierra que por azar nos tocó; quiero pensar y recordar que hay muchas personas que todavía nos necesitan, cuyas vidas están en la nada y qué aún no ven la luz al final del camino; por ellos quiero que el deseo de ayudar no se me diluya del corazón; aunque no sea mucho lo que pueda dar, al final nada de eso será en balde (al menos esa es la esperanza que tengo).

Después del terremoto las cosas parecen confusas e inciertas, pero la reconstrucción apenas comienza, y si podemos mantener eso que nos hizo salir a las calles y ayudar sin esperar reconocimiento, me parece que de a poco -lentamente y paso a pasito-, ésta ciudad y los que en ella habitamos, podremos  ir sanando las grietas que el terremoto nos dejó no sólo en la tierra, sino también en el corazón...



#Homenaje19S






*escritora mexicana